Luz intensa de cielo y tierra fundidos en los muros de Asilah
Caricias de un viento ardiente y antiguo cubriendo mi piel
Sonido de aleteo de una libélula dorada
El sabor intenso del recuerdo
Eso es lo que sentí cuando
Izwagh, El Rojo,
me reclamó con su mirada.
(la imagen es un cuadro de Salustiano)
.