lunes, 30 de mayo de 2011

HACE DÍAS

Hace días que pienso
que quiero presentirte a mi espalda.
No que desplaces uno de tus dedos
(el que tú elijas) de arriba abajo.
No que la beses despacio.
Ni siquiera que la observes desnuda mientras duermo.

No, no se trata de eso.

Quiero notar como tu mirada la penetra suavemente
sin saber hasta ese momento que estabas detrás.
Sentir un ligero estremecimiento
como el que me produce al salir de la ducha
el agua escurriendo desde mi pelo,
y notar en la nuca,
al recogerlo
el soplo caliente de tu deseo.


Hace días que lo pienso.
Presentirte a mi espalda.

Por eso, desde que lo pienso,
cada mañana,
cierro mis ojos frente al espejo.